Ya son cinco los técnicos los que dejaron de dirigir sus respectivos equipos, más uno que lo despidieron antes de la primera fecha (Caruso Lombardi), lo que deja una suma demasiado abultada para nueve fechas jugadas, que es lo mismo que decir el 50 por ciento del torneo.
En esta historia de los campeonatos cortos parecería que todos tienen equipo para pelear el título y eso no es así. O ustedes creen que en la Fórmula 1 todos los pilotos tienen que salir campeón o que, en el campeonato de marcas, cualquiera le puede discutir la hegemonía a los más fuertes.
Tendría que haber una lógica de exigencia y paciencia en algunos equipos limitados y con problemas que vienen arrastrando desde hace años y no de meses.
Además, sigo estando en contra del sistema de descenso, el cual aventaja a los grandes y no es imparcial.
Leonardo Madelón llega ahora a Gimnasia La Plata y sabe que debe remontar más de 15 puntos para salvarse del descenso. Es una locura. En cambio, si cada año arrancaran todos de cero sería más equitativo. Pero Argentina es el país donde el fútbol se piensa más como negocio que como un juego en donde es posible ganar dinero pero sin perder la lógica y la ética que deben mandar para que la competencia sea pareja.
Además, ¿cómo se puede pretender que un técnico piense en un trabajo a largo plazo si en cuanto perdió un par de encuentros le envían personas detrás del banco para que los insulten durante los 90 minutos? Por no decir cosas más graves, claro. Y así empieza a girar una rueda en donde se cuestiona el mínimo cambio de nombres en la formación, por supuesto si no son del gusto de gente interesada en que sigan jugando los que salen. Y cuando digo esto me estoy refiriendo a todos los posibles interesados, de una manera u otra. También, en esa locura, se puede llegar a cuestionar un simple cambio táctico, porque hay una tendencia a querer torcer el destino que el entrenador de turno le quiere imprimir al equipo.
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La dirigencia de Central despidió a Vitamina Sánchez
Un técnico, si piensa que no le encuentra la vuelta al equipo, puede renunciar porque siente que es lo mejor que se puede hacer. Y cuando esto pasa, hay que respetar su posición. También están los otros entrenadores, los que tratan de pelearla hasta el final, creyendo en su trabajo y confiados en que tarde o temprano encontrarán la fórmula exacta para que su equipo gane.
Si hay algo que tengo bien en claro después de mis experiencias en Italia y España, es que no hay que tener sentimientos con equipos que cuentan con jugadores que históricamente no ganaron grandes cosas, porque uno termina viajando lentamente hacia la puerta de salida.
En estos casos, muchas veces, uno quiere actuar correctamente y darles la oportunidad creyendo que se puede hacer algo donde otros que pasaron antes no lograron. Y lo que nos lleva a ese error es nuestro ego, es decir, pensar que somos capaces de encontrar la solución donde otros no la hallaron.
También aprendí que la solución se llama dinero. Porque el dinero puede permitir comprar calidad y cantidad, y no sólo una de estas dos características. Porque, quede claro, para ser grande hay que tener estos dos atributos.
Ahora, después de dar ciertas opiniones sobre diferentes situaciones que llevan al DT a seguir o no, a tener resultados o no, les cuento que cuando me agarran las ganas de decirle a mi esposa -como le dije en 1992 en París- que desearía que me insultaran 50 mil personas, me viene a la mente la situación de dos técnicos de renombre que pueden disfrutar sin salir campeón todos los años: Alex Ferguson y Arsene Wenger.
Todos se llenan la boca hablando del escocés -lógicamente por sus títulos-, pero el hombre se hizo patrón en la derrota, dado que tardó seis años para salir campeón. Y todo por la paciencia que tuvieron los dirigentes, los hinchas y el periodismo. En Manchester -hoy el club con el presupuesto más alto del mundo- no le cuestionaron nunca que salió dos veces campeón de la Champions League de manera muy particular. En la primera perdiendo 1-0 y ganando en los dos últimos minutos; y en la segunda gracias a que el capitán del Chelsea (John Terry) se resbaló en el momento de ejecutar un penal.
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Borghi duró apenas 17 partidos en Independiente
No le machacan ni le recuerdan cómo las ganó, y tampoco le hablan de las veces que la perdió.
Y también está el caso de Arsene Wenger -con quien jugué en Strasbourg-, en Arsenal. Comenzó dirigiendo en Primera Division en el Nancy, el ex equipo de Michel Platini, y un año después descendía para, enseguida, irse al Mónaco. Allí se quedó 8 años y sólo salió campeón una vez.
Ahora, hace 12 años que se encuentra en Londres, siendo en Arsenal más patrón que entrenador. Le dio al equipo un estilo bien francés, jugando por abajo y con muchos toques y vivacidad, donde la gambeta sólo existe cuando es obligación.
Salió campeón un par de veces, con un par de copas nacionales, y posee una final de la Champions perdida contra Barcelona.
Estos dos ejemplos tendrían que servir para que todos entiendan que ganar siempre no es posible y que lo más importante es poder trabajar, sin el resultado como único argumento para conservar el puesto.
Por lo menos, conseguir el tiempo lógico y necesario para intentar obtener ese resultado que a uno tanto le reclaman.
Contrariamente a otras profesiones, los técnicos tenemos alguien enfrente que hace lo imposible para complicarle la vida a uno, una situación lógica en este juego, pero que no existe en otras actividades.
Yo no creo que un doctor le complique la vida a otro doctor, un arquitecto a otro o que un periodista de un diario, revista o programa de televisión o radio trate de meterle palos en la rueda a otro colega que hace lo mismo que él.
El mundo de la competición lo comprendo, es así... Pero también es bueno tener un poco de comprensión con algunas situaciones como las que enfrentan cotidianamente los técnicos de fútbol.
Traten los dirigentes, los hinchas y los periodistas de tener la delicadeza de respetar el trabajo de los entrenadores, dándoles el tiempo lógico para que puedan defender sus ideas y para poder aplicarlas con sus dirigidos.
El hombre, si es inteligente y ve que no hay vueltas que darle, dejará solo el puesto el día que asuma que está cansado de pelearla.
Atentamente
Carlos Bianchi
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Hace 14 años
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