El escándalo es pariente de la fama, al menos para Jorge Arce, quien tras vencer al panameño Rafael Concepción, la noche del 15 de septiembre en La Arena México, y obtener el tricampeonato en divisiones distintas, se defiende de las críticas que ponen en tela de juicio su victoria, porque asegura: “el éxito ajeno nadie lo soporta y además la gente es envidiosa”.
En las instalaciones de un hotel de la colonia Cuauhtémoc, Arce despertó con la cruda de los golpes en el ring y conversó con La Jornada sobre la legitimidad del titulo supermosca que arrebató al panameño, pues aunque éste es interino de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), para él tiene el mismo valor y afirmó que un rival con cinturón siempre será un campeón en serio.
“Me costó muchas lágrimas, abdominales, dietas y ejercicio ganar esa pelea, y que me salgan con que no vale lo mismo porque el título es interino, entonces: ¿no soy campeón, o qué pedo?”
”Yo gané un cinturón y si dicen que es el interino, pues que me digan quién es el absoluto para romperle su madre. Si es Cristian Mijares, ¡pues que venga y me lo quite!”, exclama el mochiteco.
El Travieso defiende su victoria con franqueza, “como norteño”, porque para conseguirlo antes tuvo que soportar demasiados golpes, y no sólo se refiere a los que recibió de los rivales, sino también a los que sufrió en la vida real.
Gané, pero estaba solo
“Yo gané la pelea más importante de mi carrera en Las Vegas ante Hussein Hussein (marzo de 2005). Di la mejor pelea de mi vida. Llegué a mi casa, cerraron las calles de la ciudad y me recibió el gobernador, hubo cerveza para toda la gente, banda, fiesta en grande.
“Y cuando acabó la fiesta, yo estaba en mi cuarto, solo y llorando, porque me estaba divorciando de mi primera mujer. En medio de eso me dije: ‘mira, la vida es curiosa, toda la fiesta es por mí, toda la gente tomó cerveza, escuchó banda, comió mariscos y carne asada, pistearon, se fueron felices con la familia; y yo, que fui el que pagó toda la fiesta, el que ganó la pelea, el campeón mundial, estoy solo, llorando en mi cuarto, sin esposa y sin hija.
“De qué me sirvió ser el campeón mundial famoso si no tenía conmigo lo que más quería que era mi hija”, expresa.
Ese pasaje, asegura, le cambió la perspectiva, pues mientras era el campeón y todo mundo lo celebraba, al mismo tiempo vivía un drama privado. En cambio, cuando preparaba su pleito ante Cristian Mijares, Arce se encontraba más preocupado en su vida personal que en los retos deportivos.
“Cuando pelee contra Cristian Mijares, mi mujer y yo estábamos planeando nuestra boda, a mí me valía la preparación. No corría ni entrenaba, me dedicaba más a mi boda.
“Estaba más preocupado en cómo íbamos en los preparativos, cómo sería la luna de miel. Le dije a la que ahora es mi nueva esposa:
“Vamónos a Dubai, al hotel Burj Al Arab de Dubai, el más chingón del mundo, de siete estrellas; a Venecia, a París, a un crucero por el Mediterráneo; tu vestido te lo quiero comprar en el lugar más chingón de Beverly Hills; tu anillo que sea de Cartier con una piedrota”, quería lo mejor para la mujer de mi vida.
El resultado fue inevitable y cayó ante Mijares, un precio que estaría dispuesto a pagar otra vez, pues asegura que cambió esa derrota por su felicidad. “Si por una caída encontré lo que más me importa en la vida, ¡que me vuelva a ganar!”, sostiene.
Donde nunca ha perdido es en el terreno de la fama. Ahí el Travieso se mueve como pez en el agua, lo mismo en sus entradas asombrosas al cuadrilátero que en sus apariciones en programas de espectáculos, como el reality show que lo catapultó como figura. En esto se contradice y revela que el precio de ser famoso le pesa demasiado sobre los hombros.
“¡Cómo me cansan los autógrafos y las fotos! Eso se le pide a un ídolo y yo no soy uno, sólo soy una persona del pueblo, no soy nadie. Si me quieren pedir un autógrafo mejor que me mienten la madre”, expresa.
Durante la función en La Arena México, la tijuanense Jackie Nava venció por nocaut técnico en el octavo asalto a la feroz Betina Garino, ante la emoción de los asistentes.
El equipo de la Princesa Azteca portó esa noche una playera en solidaridad con el movimiento para recuperar a Silvia, la hija de Nelson Vargas, secuestrada desde hace más de un año.
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