lunes, 25 de agosto de 2008

Hace de América un laboratorio

Ramón Díaz se está dando cuenta de que, como lo dijo en su presentación, más que dirigir a uno de los mejores equipos del mundo está al frente de una papa caliente a la que todos prefieren correrle.

Jaguares parecía ser el rival indicado en el momento justo para apagar el fuego y salir con el cuello alzado para ufanarse de que lo del América era sólo una mala rachita, un arranque descompuesto y nada más. Pero, cosas del futbol, el peor equipo del torneo (así lo indicaban los números hasta antes de este partido) sólo puso las cosas peores para las Águilas dejando claro que el cuadro de Coapa, a hora tan temprana, es una verdadera olla de presión.

La situación del América, sin exagerar, es crítica. El Pelado Díaz ha tenido que apelar desde ahora a la fórmula que sus desafortunados antecesores tuvieron que aplicar para buscar una solución urgente a esto que ya parece maldición: poner un cuadro alternativo.

Entre lesiones, como la de Cabañas o Rojas, y decisiones tácticas como las de mandar a la banca a José Antonio Castro, Díaz armó un cuadro que, en el arranque de la temporada, nunca se hubiera podido pensar que alinearía América, tanto por su jerarquía como por la supuesta valía de su millonaria plantilla. Al final, para la mala fortuna del entrenador argentino, el resultado fue igual de nulo que el de sus colegas descabezados.

Lo único que consiguió América, además por supuesto de la derrota en casa, fue golpear todavía más la ya de por si deplorable imagen del equipo.

En defensa, el líder obligado sólo por su edad y nada más, el argentino Sebastián Domínguez, fue el primero en perder la cabeza y cometer una inocente falta en su área sobre Rojas para abrirle las puertas del empate a Jaguares. Los acompañantes del argentino en la zaga, el novato Lampros Kontogiannis (mexicano de padres griegos) y el no menos inexperto Sánchez fueron un manojo de temores, endebles a la menor provocación de atacante de su rival. A Juan Carlos Medina, si ya le pesaba la camiseta, ahora Díaz lo terminó de matar recorriéndolo metros atrás para convertirlo en el sustituto de Castro por la lateral derecha.

Y más allá de que de los pies del Negro salió el centro para el gol de Moreno, el primero de la tarde, quedó claro que fue demasiada distancia para que el ex atlista la pudiera recorrer sin flaquear en el intento.

En medio campo, el retorno de la enjundia de Villa de poco sirvió, porque Insúa y el resto de sus compañeros no correspondieron al esfuerzo del veterano pulmón de las Águilas. Y adelante es donde quedó claro la dependencia que tiene este equipo de lo que pueda hacer Cabañas.

A Esqueda sigue persiguiéndolo la sombra del Preolímpico, esa que le hace fallar goles de manera increíble, y al argentino Alfredo Moreno, con todo y que por fin se estrenó anotando con esta playera, sigue pesándole la responsabilidad, mal común de los que llegan con etiqueta de consagrados a este equipo.

Y con este trozo de conjunto maltrecho enfrente, cualquiera resucita. Y sin hacer demasiado, pregúntenle a Jaguares. El equipo chiapaneco fue un cuadro plagado de errores, de mediana ambición, pero tuvo con una jugada a balón parado, la desconcentración de Domínguez y un contragolpe para tener su primer triunfo del Apertura 2008.

América, está claro, es una olla de presión. Y Ramón Díaz está sentado encima de ella sin mover un dedo.

“Mi equipo sigue en construcción”

Se han jugado cinco fechas del Apertura 2008, pero Ramón Díaz declaró que América sigue en construcción. “No voy a cambiar mi forma de ser y de pensar, siempre vamos a jugar así, de una manera ofensiva y agresiva, como lo hicimos en el primer tiempo; ese es el mensaje que le quiero enviar a la gente, de que vamos a intentar jugar como en los primeros 45 minutos, con mucho ritmo, con mucha determinación. Estoy contento con mis jugadores porque han respondido de la mejor manera. Hemos tenido ausencias importantes, por lo que no he repetido un cuadro (...) fuimos muy ingenuos en la zona baja”.

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