Hace mucho tiempo que la llegada de un director técnico extranjero a México no causaba tanta expectación y mucho menos el alboroto que ayer por la mañana causó el nuevo entrenador del América, Ramón Pelado Díaz, en la Terminal Dos del Aeropuerto capitalino.
Decenas de cámaras se encimaron en el vidrio que separaba a la prensa mexicana de su primer encuentro con el argentino, cuyo rostro fue casi indescriptible cuando vio la multitud que lo esperaba. El Pelado, vestido todo de negro, no pudo disimular su estupor, pero al mismo tiempo expresó su alegría y gratitud por la cálida recepción que le dieron.
Esa fue la primera imagen que se captó de Díaz, tan instantánea como efímera, antes de que los reporteros lo avasallaran con las preguntas, sobre todo, después de percatarse de que su amabilidad no concordó con los relatos que lo pintan como un tipo agrio, malhumorado, e inaccesible. Al menos ayer, no fue así.
No es un pelado
Por lo menos, en la primera cita el entrenador americanista dejó una buena impresión, pese a lo agotador de un vuelo de noche por más de diez horas. Ramón Díaz sonrió, saludó a las cámaras cuantas veces se lo pidieron y sobre todo comenzó a hacer click con la afición, que lo miraba con curiosidad y reserva, pero cuando se dieron cuenta que nunca hubo hielo de por medio, le extendieron la camiseta americanista, la primera que firmó sin percatarse de que era un modelo viejo y traía un parche bordado de TV Azteca.
Luego, respondió casi todas las preguntas que se le hicieron entre las prisas de una entrevista banquetera; mientras, los turistas lo miraban con curiosidad, pues hasta ese momento había sido uno más de ellos.
De entrada, dijo que el América no se equivocó al contratarlo porque prometió que él y su cuerpo técnico harán todo lo posible para que vengan tiempos de éxitos.
“Me parece la cosa más importante (que hizo América), no sólo haber contratado a Ramón Díaz, sino a la gente que trabaja conmigo, sabemos lo que tenemos que hacer para ganar cosas importantes, y seguramente vamos a tener éxito”.
Sonó como el viejo discurso de siempre, pero el Pelado Díaz aseguró que “sé que estoy en uno de los mejores clubes del mundo, la institución es gigante, así que vengo con mucha expectativa, y mi gente también”.
Una obviedad, pero Ramón Díaz, prometió “pelear todo, vamos a tratar de ganar todo lo que podamos”. Pero antes de pensar en conquistar cualquier título, hizo un apunte crucial: “Primero hay que armar una estructura importante”.
Chava Cabañas, aparte
El caso del delantero paraguayo Salvador Cabañas lo trató por separado: “lo quieren todos, es un gran goleador, es uno de los mejores jugadores que tiene el América. Muy bueno, grande y se va arreglar, seguro que él se queda en el equipo”.
En cuanto a los refuerzos extranjeros que faltan, explicó: “ahora me parece que todos los jugadores quieren venir al América, pero vamos a analizar, tenemos tiempo y vamos a estar tranquilos para no equivocarnos en la decisión que tomemos sobre los extranjeros que vamos a traer”.
En tanto, comentó que estará en el campamento de Coapa desde hoy, y explicó que su prioridad con el equipo, aparte de los exámenes médicos, es poner a los jugadores a tono físicamente, de principio.
“Hay que poner al equipo en condiciones para que juegue bien, a mí me gusta jugar bien al futbol”. Así fue su primera mañana en México como técnico de las Águilas: de buen humor y con bromas de los medios.
La nueva directiva, ausente
La directiva del América, que ahora preside Michel Bauer, no envió a ningún representante a recibir a Ramón Díaz. Únicamente se presentó un chofer a recogerlo a la Terminal Dos del Aeropuerto del DF en una camioneta blanca. Con el técnico llegaron su auxiliar, Sebastián Rambert; el preparador físico, Óscar Dean y el médico, Rafael Giulietti, además de un amigo. Todos quedaron hospedados en el hotel Camino Real del sur.
Nora Herrera. Ciudad de México
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